Las medidas de Castro contra la especulación desabastecen los mercados de La Habana
El Gobierno ha establecido topes máximos a los precios de 16 productos de máxima demanda y en algunos casos existe además una cantidad máxima de lo que se puede vender por persona
MAURICIO VICENT correspondente do EL PAÌS - La Habana - 02/10/2008
"Ni entre, que esto da pena", dice un vendedor a la puerta del principal 'agromercado' del municipio Playa, en La Habana. El joven tiene razón. El panorama es deprimente: tres días después de que el gobierno decretara medidas de fuerza para estabilizar los precios en los mercados libres de alimentos, este 'agro' de la capital esta prácticamente sin existencias. De sus 30 puestos, sólo están trabajando tres y los productos que ofrecen son aguacates, limones, naranjas, calabaza y poco más. "Esto es insostenible: si seguimos así, cerramos en una semana", aseguraba ayer un comerciante ante su tarima vacía.
La situación es similar en otros 'agros' de La Habana. Los frijoles y el arroz escasean, y también se han perdido el tomate, la cebolla, el plátano y la malanga, todos productos básicos en la dieta del cubano. El desabastecimiento es tan visible que el miércoles el diario Juventud Rebelde lo reflejó con toda crudeza, opinando que las medidas introducidas estos días para bajar los precios, disparados tras el paso de los ciclones Ike y Gustav, son una "solución emergente, no la solución definitiva".
El lunes, el Gobierno estableció topes máximos a los precios de 16 productos de máxima demanda en los mercados agropecuarios, y en el caso del arroz, los frijoles, el ajo y las viandas, impuso además una cantidad máxima de lo que se puede vender por persona. Junto a ello, ha restringido drásticamente la entrada de camiones particulares con mercancías a la capital; algunos de sus dueños afirman que han sido obligados a llevar sus productos a las zonas devastadas por los huracanes y a venderlos a los precios establecidos por las autoridades.
Se trata de la primera intervención del Estado en estos establecimientos, regidos por la ley de la oferta y la demanda, desde su creación hace 14 años. Aquí concurren los campesinos privados y cooperativistas a vender sus excedentes a precios libres, y aunque estos estaban fuera del alcance de mucha gente, eran una garantía de abastecimiento, pues estaban mejor surtidos que los estatales.
"El resultado ya lo ve usted: entre los huracanes y las medidas policiales, aquí hay más inspectores que clientes y productos", dice un vendedor en el principal agromercado de la capital, situado en el barrio del Vedado. Ayer, en este 'agro' sólo funcionaban 15 de los más de 70 puestos que alberga. Los comerciantes se quejan de que "no les da la cuenta" vender a los precios impuestos por el Gobierno, y recuerdan que el Gobierno subió el precio del combustible hasta un 80 % hace 20 días.
El administrador del establecimiento, Yulián Sánchez, dice que la medida es transitoria y que "los suministros se estabilizarán en los próximos días". Explica que las autoridades están trabajando para que los abastecimientos de determinadas zonas rurales puedan llegar a los agros y la situación se normalice. "En el país hay un momento de emergencia, y se trata de ayudar a los que menos tienen, pero no se va a desatender lo demás", asegura.
Un cliente, con la bolsa vacía, arquea las cejas ante un puesto que sólo ofrece brotes de soja: dice que los precios de los campesinos particulares siempre han sido excesivos, pero opina que este tipo de medidas es contraproducente. "Ahora no hay casi de nada; y los precios en el mercado negro se elevarán". Comenta que no se pueden poner puertas al campo ni "romper las reglas del juego, porque es peor". Pone un ejemplo: "El Estado ha puesto un precio máximo de 10 pesos por la libra [medio kilo] de cebolla. Pues aquí no hay cebolla, pero ya algunos la ofrecen 'por la izquierda' a 25 pesos [equivalente a un dólar], un 20 % más de lo que costaba hace una semana".
Los ciclones han alterado el precario equilibrio existente. Los huracanes han devastado cosechas y arrasado el campo cubano, que desde hace años renquea debido a la ineficiencia estatal. "El Estado ha de proteger a los damnificados, pero no puede jugar con el estómago o las tensiones sociales aumentarán", agrega el insatisfecho comprador. Juventud Rebelde, en sintonía, decía el miércoles que la solución al desabastecimiento solo puede venir del incremento de la producción, no de las actuales medidas de "emergencia". Según observadores y economistas, en momentos en que el Gobierno empieza a repartir tierras en usufructo para estimular la producción, es una contradicción poner límites a los precios que establezcan los campesinos, porque lo que se consigue es desestimular la producción.
El dilema no es sencillo, como admite Juventud Rebelde en su artículo. ''Desatar el nudo gordiano que hoy constituye la venta de productos agropecuarios en Cuba precisa de mucha más decisión que la que tuvo Alejandro Magno cuando utilizó su espada, pues ni siquiera cortar por lo sano vale en este caso'', afirma el diario.
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